Una de las cosas más significativa en la Bahía de Algeciras es la falta de ímpetu de la ciudadanía en determinados temas. Es difícil entender el motivo de este adormecimiento general que sufrimos, pero que a la larga es lo que de verdad nos lastra como Comarca.
Hace años que el puerto de Algeciras es el principal puerto de España. Hace años que es el principal puerto del Mediterráneo y hace años (al menos 30) que sabemos que el tren es clave para que pueda dejar más riqueza en la comarca. Y aun así, como vacunados ante el futuro, los ciudadanos se resisten a reclamarlo.
En estos días se han cumplido 6 meses de la manifestación que se celebró en Algeciras por el tren. Seis meses después se puede decir: fue un absoluto fracaso. Ya no queda ni el recuerdo.
La ciudadanía de la Ciudad de la Bahía está inmersa en luchas inservibles: continuamente recelamos de que alguno de los cuatro núcleos de la Bahía se está aprovechando de tal o cual actuación, y eso es suficiente como para que los otros tres municipios se opongan a lo que sea. Para más inri, cada una de estas poblaciones está gobernada por un partido diferente, lo que hace que cualquier reclamación comunitaria se paralice tras el desmarque de alguno de sus líderes porque irá en contra de su partido, y por lo tanto, de su propia silla.
Hemos visto a Landaluce no asistir a la reclamación del ferrocarril, aunque sabe (y si no lo sabe, debería saberlo o dimitir) que para que el Puerto deje más riqueza en la comarca, es clave su desarrollo. Hemos visto a Ruiz Boix obviar la manifestación sobre la Sanidad en la comarca, aunque sabe (y si no lo sabe, debería saberlo o dimitir) que la actuación de la Junta de Andalucía con el Hospital de La Línea (¡que da servicio a San Roque!) no llega siquiera al campo de la vergüenza. Es una reclamación recurrente de La Línea decir que no hay terreno para poder desarrollar su industria y que qué pasa con los miles de trabajadores que van diariamente a Gibraltar con contratos clandestinos. ¿Es que no hay terreno suficiente en San Roque para nuevas empresas? ¿Por qué reclamar el mantenimiento del régimen encubierto en lugar de aprovechar para que esos contratos florezcan? ¿Qué pasa con los miles de linenses que trabajan en Algeciras o en Los Barrios? Son solo ejemplos de los últimos meses. Hay muchos otros.
Mientras los políticos debaten si son galgos o podencos, la ciudadanía espera. Espera porque con una paguita les es suficiente para tener su móvil de nueva generación y su consola, pedir su crédito para su hotelito y algún que otro caprichito. ¿Progresar? Que progrese el otro y a mí que me lo den hecho. Es un tema de educación. De educación en el esfuerzo y de educación en los valores. A todos los dirigentes se les llena la boca con este asunto. Pero hay una cosa demostrada en materia educativa: no se aprende de las palabras, se aprende del ejemplo, y si nuestros dirigentes son incapaces de moverse por el mero hecho de agarrarse a su sillón y mantener su paguita, ¿cómo podemos pretender que los conciudadanos se activen para reclamar el futuro?
Hay una cosa que estamos aprendiendo en esta aventura llamada @ndaluciabay20.30: realmente nuestros dirigentes no quieren que la sociedad civil se active porque es un riesgo para sus sillones. Pero esto es gravísimo porque a la larga, cuando los indolentes paniaguados no puedan comprarse el móvil del año, querrán reclamar trabajo y salario dignos, pero ya será demasiado tarde y no habrá herramientas para desarrollar un entorno competitivo. Y lo sufrirán, ellos antes que nadie.
Desde aquí no vamos a pedir nada a los políticos. A ellos les debemos exigir porque son servidores públicos, pero sí vamos a pedir a la sociedad civil. A ti, ciudadano, que criticas desde la barra del bar y que te indignas con una cerveza en la mano: ¿Qué haces tú para que el futuro sea mejor? El futuro es de todos, el de tus hijos, el de tus nietos, el de tu vecino, el de tu hermano. ¿Qué haces tú? No vale con votar cada 4 años, ¿qué haces de verdad?
No dejes, querido lector, que el Corredor Mediterráneo se lo apropien los valencianos, que la reclamación de la Sanidad, los granadinos, o que el puerto con más inversión de Andalucía sea el de Sevilla. No lo dejes, porque en el fondo, lo que hacen es tomarnos por tontos. Y si hay una cosa que no somos, aunque lo podamos parecer, es eso.
En Murcia ya nos han enseñado el camino: si la ciudadanía se lo propone el tren llega y llega tal como quieren los ciudadanos. Aquí, llevamos un siglo esperando el desarrollo que daría el tren. Que no sean dos, de ti, de vencer la indolencia de cada uno de nosotros, depende.
Como reflexión…
Perdemos el sentido a las palabras. Dicen que vivimos en la era de la Información (o sobreinformación) y, no estando mal encaminados, creo que en realidad vivimos en la era de la «Simple Publicidad». Cuando desvelas que hay una falta de educación ante la resolución solidaria de un problema común es evidentemente cierto. El sistema educativo se basa en la información, no en la estimulación, y repetir mil veces la palabra EDUCACIÓN en un discurso político queda muy bonito, pero no hace que funcione mejor. Aún así, para los ciudadanos, haberla escuchado mil veces nos genera la tranquilidad necesaria de que se tiene presente en nuestros gobernantes. Pero no nos preguntamos si está bien gestionada o no, la palabra en sí es suficiente para creer que si lo está.
Así que tenemos que pasar a la ESTIMULACIÓN, a fomentar la acción conforme a lo que pensamos cada uno, a preguntarnos qué podemos hacer para la consecución de nuestros objetivos, privados y comunes, porque nuestros objetivos privados mueven NUESTROS objetivos comunes y viceversa.
Finalmente la INICIATIVA. La ciudadanía no se levanta un día y se manifiesta con los estibadores, spiriman o Andalucíabay porque vea justa la reivindicación. Lo hace porque un día una o varias personas tomaron una iniciativa, se dieron cuenta que si ellos no andaban el camino el camino no se crearía, se pusieron en marcha y cuando comenzaron a moverse hubo gente a la que les pareció buena la iniciativa (Era de la publicidad). El problema es que ese ciudadano, cuando la iniciativa cesa en su empeño o baja su intensidad, vuelve a su modo OFF.
En definitiva, para conseguir que el ciudadano se involucre en una iniciativa con un bien común no basta con que haya unos pocos ciudadanos con iniciativa, hay que provocar que todos o la gran mayoría de los ciudadanos sean parte de la iniciativa, individualmente, para conseguir el bien común.
Aquí empieza mi iniciativa. Espero no sea la única.